Realismo ingenuo.-
Articulo
La certeza es una gran duda resuelta desde otros, una gran pregunta con una respuesta hecha, dada, pero sin huellas, sin recorridos para quien la acepta.
Existe un sistema que me sobrecoge cada vez que pienso en él, por sus millones de enlaces, redes, arquitecturas y sobre todo por su resultado final, el cerebro. Sin el no podríamos entrar en este mundo lleno de signos, mensajes y personas que forman a su vez otra red compleja de señales, redes, etc. Redes dentro de redes que percibimos desde el interior y que descifra lo que nos desde la realidad, la realidad que este, “el cerebro”, nos muestra y las redes externas que nos dejan ver. Pero no quiero entrar en esta comparación sin decir que este es un hecho, una certeza dada, aceptada por la sociedad como verdad, y no es así, el ser humano tiene otras posibilidades que se han ido borrando y tapando sus huellas al mismo tiempo que fue evolucionando y sobre todo en estos últimos dos milenios.
El cerebro va absorbiendo toda la plasticidad de su entorno a la vez que es un órgano totalmente adaptativo, maleable, pues en ello y por naturaleza le va la vida, o se adapta al medio o muere. Herramienta a su vez utilizada para la maleabilidad del colectivo.
Nuestra consciencia colectiva es fundamental para la supervivencia del ser humano. Individualmente ningún ser es igual a otro, cada cerebro, consciencia, crece aprendiendo desde su punto de vista y experiencia, a través la cultura sociocultural de su entorno. Ningún ser humano percibe del mismo modo, siente del mismo modo, ni vive del mismo modo. Pero esto no quita que deba vivir con el colectivo humano, su tribu, en su comunidad para sobrevivir.
¿Vivimos en un mundo inventado por nosotros mismos a través de nuestros cerebros, quizás, a imagen y semejanza de este y no al revés? Entre más complejo es nuestro entorno más complejo es nuestro cerebro. Pero esto es un engaño. Realmente todo se rige “o debería” por otros principios naturales que olvidamos, la esencia del ser. Pero como decía antes, ningún ser humano es igual a otro, y en su naturaleza están los rasgos naturales que debemos saber para cambiarlos y crear un mundo más deseable. Como colectivo es posible, individualmente también.
Podemos adaptarnos a cualquier situación tan solo con el tiempo suficiente para reconocerlo. Nuestra creatividad en ese sentido no tiene límites, tanto individual como colectiva, directa o indirectamente, sin olvidar los miles de años de evolución tanto humana como social que nos han convertido en lo que hoy somos, una red nerviosa compleja y extensa llena a su vez de condicionantes existenciales y morales. Una imagen de nuestro cerebro, pero que no por ello es real lo que creemos ver. O lo que nos hace creer que no es posible otra visión.
La mentira es una defensa natural de nuestro cerebro para evitar daños, accidentes, realidades. Esa defensa la vemos a diario en nuestro entorno, pero como es mentira y es un engaño, no la percibimos y por lo tanto proseguimos “realismo ingenuo” ignorando que tarde o temprano esa mentira se convertirá posiblemente en un foco de dolor, o enfermedad “En el caso físico”. En el sociocultural, político, en la colectividad, nos lleva al caos.
Vivimos en un mundo lleno de mensajes, símbolos, de conceptos que igualan, imitan a nuestro sistema nervioso, si me pincho en un dedo mi cerebro detecta rápidamente el lugar de donde procede y la intensidad del dolor; si algo ocurre en algún lugar del mundo, de inmediato o casi, los medios de comunicación nos avisan de ellos. Otra cosa es que estemos tratados por algún medicamento que lo evite… si estamos bajo los efecto de alguna droga para evitar el dolor nuestro cerebro reaccionará de forma diferente, o quizás ni se entere de que mi dedo sufrió un pinchazo. Pues en el mundo igual, en nuestras vidas, en nuestro sistema social. Pero vivimos bajo la droga del poder, la falsa información, de lo que el individuo debe saber y lo que no, bajo una droga llamada economía global, política, dictaduras, guerras, hambre…
Pero también nuestro cerebro reacciona ante los engaños, o al dolor cuando lo siente, mandando sus defensas químicas y naturales al lugar afectado, o las defensas que el organismo tiene para solucionar los problemas. Al igual que el colectivo humano, en teoría, reacciona, o reaccionaba de una forma natural. Después llegó la violencia, la autodefensa que provoca que la enfermedad se expanda. Como también la inmunidad. En nuestros sistemas sociales también existe esta mentira, se puede provocar estas defensas mintiendo para que exista una reacción, para que las defensas se activen y actúen. En lo que llevamos de siglo ¿cuanta sangre se ha derramado por esta causa? A lo largo de la historia de la humanidad se ha repetido una tras otra en nombre de dioses, de poder, de líderes y fronteras. Esta medicación está haciendo que el organismo termine por no funcionar bien, “Naturalizar” él cerebro no manda sus defensas naturales a la parte del cuerpo que lo necesita, está dormida y engañada, por lo tanto no da las señales correctas.
La medicina ha evolucionado mucho en la forma de tratar las necesidades o enfermedades mentales, con drogas y medicamentos que hacen ver de otra forma las cosas al cerebro, al igual que el sistema sociocultural, político y demás… tiene a la población, y al colectivo humano.
… pero recuerdo que solo debemos mirar a nuestro entorno para entender, para sabernos y saber que tenemos un sistema nervioso muy complejo y que somos parte de él, que también percibimos el dolor ajeno, que no estamos solos, que podemos ver la realidad si no nos dejamos medicar.
El entramado de redes no deja ver con claridad. Las luces ciegan a nuestros ojos y a través de ellos llega a nuestro cerebro lo que el organismo externo deja ver, el sistema que imita estas teorías, esta teoría del hombre maquina y el miedo, es la venda o la medicina que ha adormecido al ser humano, a la humanidad que se olvida de si misma.
Sin duda, sin nuestros cerebros no podríamos entrar en nuestra consciencia, nuestros sueños, anhelos, inquietudes… dependemos de este órgano vital para ver desde dentro lo que ocurre fuera de el.
Pero esta idea evolutiva pertenece al siglo XX, y ya estamos en el XXI, la consciencia está agotada de esta teoría, de las drogas sociales, de las ideas extremistas, de las políticas, guerras, hambrunas, soledades, abandono, desesperación. Las ciencias y las humanidades siguen en el intento de buscar respuestas sobre certezas sin resolver, y mientras buscamos lo que no existe, inventamos realidades, y así generación tras generación. Y por el camino hemos ido borrando la verdadera esencia del ser, del humano. El error es mirarnos desde este punto de vista, vernos como una reproducción de nuestro cerebro a nivel colectivo.
Creo que la mejor medicina es mirarnos en el espejo, en un espejo sin marcos, sin molduras decorativas, sin drogas” guerras, hambre, maltrato, violencia, consumismo, etc” todas estas drogas son generadas para adormecer, para amedrentar y así no poder ver. En esa mirada individual y colectiva, podríamos evolucionar como humanidad y resolviendo y borrando tanto los efectos como las realidades generadas por estas drogas. Y así construir un futuro más deseable, tanto para nosotros, como para las generaciones venideras.
Construir nuestro propio pensamiento como humanidad es una forma de luchar contra la manipulación y la realidad que nos muestran como única.
Juan Manuel Álvarez Romero.