SABICÚ

 

EL SABICÚ

El Sabicú, crecía sin demasiada agua, cosa que nos sorprendía a muchos de los del sur que solíamos ver secarse muchos árboles.
Si te sentabas bajo él, podías ver el mar a tú izquierda y a la derecha sol y la arena, podías sentir la brisa que llegaba de lo más profundo del mar; reposaba la cabeza en el tronco del Sabicú, leída mis cuatro letras, tal vez realizadas dios sabe, con letras que ya no tenía nada que ver conmigo, ni sentido en mí memoria cuántica. Las cuantías realizadas desde mí nacimiento, convenían que en aquel momento solo mirase al profundo mar.

No encontré las rosas que crecían en el rompe olas, nuevamente la cuántica no reflejaba nada de lo que realmente buscaba. Quizás el gran Sabicú me diera las pistas del nivel numérico en el que me hallaba, compuesto principalmente de teorías basadas en mapas de viejos piratas antepasados de los cuánticos, no tenía forma de poderlo saber el Sabicú; como iba a saberlo un árbol que se debatía entre una dimensión u otra, tal vez diferente a la mía. Miré hacía su gran copa, y solo encontré más ramificaciones meramente numéricas. Me puse de pie; y conforme me alejaba del Sabicú y caminaba sobre líneas paralelas al mar y perpendicular al Sabicú, con los brazos en cruz para no perder el equilibrio, y sin perder el norte del Sabicú, comencé a comprender, que para salir de mí nivel cuántico solo debía pasar de una línea a otra sin más que dando unos pequeños saltitos. Pero perdería para siempre el árbol que me protegió de tantas tormentas numéricas. Ya podía por fin arreglármelas-me sentía como un pájaro cuando sale de su nido- solo en aquel mundo sensorial y rico en niveles que me harían ascender de parámetros inimaginables.

Relato.-©2010

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