Unas palabras para mi pequeño jardín
Las estrellas se conjugan con las de mayor tamaño avisando de la llegada del fin de una temporada.
Mis estrellas, las voy anotando, poniéndoles nombres tan absurdos como ‘Paciencia’.
―En mí jardín, el ruido de la fuente se desvanece con el del agua de la lluvia.
¡Las rosas se deshojan y marchitan como por un mal de ojo!.
La parra que tantas uvas me ofreció este verano, se torna en colores cobrizos.
―¡Los pájaros que antes bebían con ansía en la fuente!―, ahora solo buscan refugios entre las ramas del ficus.
―¡El banco donde antes leía mis libros favoritos! se cubre de musgos.
―Me entretengo y planto bulbos de nardos…me gusta sentir la tierra húmeda entre mis dedos―
***
―Ahora me siento tras mi ventana con vistas al jardín. ―
―Observo como se desvanece lo que hasta hace unos días era mi paraíso.
El rincón de mis reflexiones, precedida por las plantas altas y maravillosas exponiendo al sol toda su belleza, el agua fresca de la fuente volverá a renacer, ―Quizás vuelva a cuidar de ella o quizás no―. Mis años no pasan en balde. Todo esto permanecerá sin mí, de ello estoy seguro, pues no creo que nadie pueda destruir tanta belleza en tan poco espacio. Te añoraré jardín.
―El ciprés que cada año crece dos palmos se tambalea con el viento hacía mí como queriendo acariciarme o tocarme―
―El árbol de Júpiter, que por estas fechas suele echar las últimas flores
―Las más bellas― al igual que la Jacaranda, que ahora se ven tristes y desplomadas en el suelo…
El invierno da paso a momentos como estos. Sí, melancólicos y tristes; es cuando comprendes que el ciclo de vida es igual que el de mí pequeño jardín…―Vida, esplendor y finalmente un envejecimiento precoz. ―Sin perder esa belleza que caracteriza al alma en si, la que te hace sentir y pensar…― comprendes que algún día tú te marchitaras al igual que las rosas.
―Que la fuente se secara cuando tu no estés―
Las plantas trepadoras lo invadirán todo en silencio pero sin pausa…―¿Quién cuidará de ti querido jardín? ― y del limonero?.
Hoy el jazmín aun tiene secas sus blancas y perfumadas flores.
Las buganvillas siguen con algunas de sus flores rojas y naranjas.
Quizás sean las únicas que me presten ese soplo de vida antes de partir.
En los días grises y tristes como el de hoy suelo aprovechar para percibir este aroma tan especial a tierra mojada, a hojas húmedas, al sonido de la lluvia golpear el tejadillo del porche.
Observo como las pequeñas hormigas se afanan inútilmente en secar su hogar.
―Entristece ver mi pequeño jardín pero en el que aún se percibe en él las pequeñas almas bajo la tierra y los tallos de plantas dormidas hasta la próxima primavera. Debo pensar en que me dio todo lo hermoso que llega hacer con solo darle ese pequeño cariño y mimos repletos de satisfacciones bajo la luz de la luna y de las estrellas. Me dieron la oportunidad de vivir el silencio de la noche, de encontrarme con esta soledad tan especial que te envuelve y te arropa como a un hijo pequeño…
Ahora toca esperar, en silencio a que vuelva a resurgir, mientras le observo tras los cristales de mi vieja ventana.
Juan Manuel Álvarez Romero.-