Navidad
Feliz Navidad



FRONTERAS
La frontera es doble, ambigua. A veces es un puente para encontrar el otro lado; a veces una barrera para rechazarlo, para situar a todos los demás de la otra parte.
Claudio Magris

Existen sueños que nos sobrevuelan y traen lluvias de sueños, anhelados y conspiraciones de nuestros deseos presentes y soñados, convertidos en utopías propias de horizontes. Siempre tenemos esos maravillosos sueños de generar aquellos que no se cumplieron o quedaron pendientes.

Palabras dichas con el alma y llevadas por el aíre hasta los confines de los océanos más profundos.
Surgen muros y fronteras allí donde antes sólo existía cielo, nubes, aíre, palabras; estas, las palabras, encuentran su lugar liberando fronteras, en aquello que deseamos desfronterizar en nuestras mentes y nuestras vidas, darles alas a aquellos para que encuentren su lugar en nuestras vidas y en la de los demás. Desfronterizar las palabras, las ideas, los pensamientos para que anden libres, crucen desiertos, ciudades y muros.

Para que encuentren su lugar allí, en nuestros propios horizontes en formas indefinidas y donde la creatividad humana crezca, evolucione libre y sin límites. En las palabras sin fronteras podemos existir, coexistir, habitar mundos mágicos, encontrar lugares transformados en universos infinitos, sin límites, en supernovas sonoras que rodean a la humanidad en sueños de esperanzas y realidades, de libertad, de paz, encuentros y desenlaces de infiernos.

Ellas nos acompañan en nuestros silencios, ausencias, días, noches, paseos y deseos; en nuestros paisajes y ciudades, en nuestros caminos y búsquedas, nuestros desiertos y deseos de ríos allí donde solo queda desiertos.
Como nómadas cruzamos por ellas, las fronteras, sin arraigo, abriéndolas sin intenciones de quedarnos, de dejarlas fuera de nuestras vidas. Las cruzamos fortaleciéndonos sin olvidar nuestros anhelos, dejando parte del alma en cada una de ellas y poder así derribar los muros que limitan los horizontes propios. Ahí, tan solo alzando la vista encontramos horizontes rotos por sueños franqueados por fronteras cerradas.

En el rostro de los otros vemos también que nada nos pertenece, que nada queda, y que todo es efímero y transitorio. Aún sabiendo que la intransigencia pertenece a nuestro volátil mundo, donde no debemos rendirnos y seguir en el empeño de reconstruir aquellos que nos derriban. Transitamos a diario por puentes que pasan de un lado a otro, sobre delirios de realidades, de incertidumbres, de soledades, lenguas, culturas, miedos… las fronteras tanto reales como ficticias nos acompañan siendo nómadas o siendo parte delirante de otro. Para liberarnos de estas, y adentrarnos en un mundo de pensamientos que fluyan libres. Buscar en nuestra tierra, o en las que quedaron tras un océano de poder y reencontrarlas libres en nuestros propios pensamientos. En las fronteras que nos encierran en mundos grises, creados por el fantasma de la manipulación, y por nosotros mismos cegados por un consumismo que nos envuelven en prisiones invisibles, puestas ahí adrede y nos liquidamos si permanecemos mucho en ellas.
En el rostro de los otros vemos, todo aquello que no nos hacen sentir libres del todo, de realidades opuestas a las nuestras, circunstancias y motivos muy alejadas de las palabras que nos acompañan en la búsqueda de la paz.

En los desiertos solo existen silencios y delirios de oasis, pero también un horizonte claro, un paisaje a llenar de sueños y realidades sin fronteras, tan solo la que divide el cielo con la tierra, y la tierra con el infierno. Fronteras todas ellas creadas por nuestras propias mentes, y el maldito poder, que se oculta tras las bambalinas de la globalización. Las fronteras siempre pueden ser franqueadas, la palabra. Nuestros pensamientos no tienen fronteras… son libres, todos lo somos, todos vivimos y tenemos derecho a la vida, y a defenderla, como todo aquello creado para nuestra supervivencia, nuestras constituciones, derechos y democracias, ignoradas y en fase de desmoronamiento.
Debemos creer en la humanidad, sabiendo que no es solo una palabra, ni una frontera.

Juan Manuel Álvarez Romero © sede creativa


 

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